05.03.2024. El diseño y formulación de una política pública, constituye una expresión racional de las ciencias sociales aplicadas y al mismo tiempo emocional de una subjetividad presente; es por lo mismo, un ejercicio teórico-práctico que versa sobre asuntos fundamentales de la convivencia social de las comunidades.
Lo más importante de una política pública, es la construcción de una respuesta colectiva -como acción pública-, con la más amplia participación ciudadana posible, a un determinado componente del desarrollo de las comunidades, de manera que dicha respuesta se torne estratégica para las instituciones del estado. En todo caso, además de lo anterior, esta respuesta colectiva debe ser construida con altos niveles de racionalidad y pedagogía, de modo que permita adquirir la consciencia social de que, lo que se está elaborando, diseñando y formulando, es lo que “científicamente” se requiere para avanzar en soluciones prácticas y beneficiosas para el conjunto de las comunidades.
Ponemos “científicamente” entre comillas, para enfatizar que, más allá de lo que el concepto pueda remitirnos, como se trata de “ciencias sociales aplicadas”, debe, ante todo, fundamentarse en evidencias y conocimientos con altos niveles de consenso.
Existen distintas modalidades y metodologías para arribar a una determinada política pública; las cuales incluyen diversas técnicas para la obtención, análisis y sistematización de datos, antecedentes e
informaciones, y que en su conjunto se perfilan en dos ámbitos: el trabajo de campo, donde se debe abarcar al mayor número posible de actores relevantes, y el trabajo de gabinete, espacio de análisis y
reflexión especializado, donde se busca traducir la evidencia, los hallazgos y los estados de ánimo de quienes participaron en las distintas instancias de su construcción.
Las políticas públicas las deben impulsar el estado y sus respectivas instituciones, dependiendo de la materia o aspecto que se pretende abordar; y debe convocar, en primer lugar, a profesionales, expertos
y especialistas que, en un segundo momento, a través de diversos mecanismos, viabilicen con la comunidad su diseño y formulación. En este sentido, dichos especialistas y expertos desarrollan un rol
importante como facilitadores del éxito de una política pública.
El diseño y formulación de una política pública, debe tener la capacidad de captar y recoger las subjetividades e intersubjetividades presentes y subyacentes en los individuos y colectivos que conforman las comunidades. En dicho proceso, vale la pena tener en consideración un modelo de trabajo propuesto por el Profesor Sandoval (Sandoval, 2016) y que el Dr. Iván Godoy recoge y profundiza en su tesis de doctorado, como una propuesta que permita operacionalizar estos componentes subjetivos en la construcción de una política pública.
Dicho modelo distingue, en el ámbito de los estados de ánimo, un continente y dos contenidos, asumiendo transiciones e intersticios entre uno y otro, así como diversas intensidades y niveles de
expresión. En este sentido tenemos: los estados de ánimo, los sentimientos y las emociones.
Este aspecto se debe considerar de modo relevante y debe quedar plasmado lo más genuinamente posible en una política pública, por cuanto constituye el combustible que permitirá movilizar el vehículo
institucional que implica su posterior puesta en ejecución.
Precisamente, toda política pública, para que tenga algún sentido práctico y estratégico, además de diseñarse y formularse, debe ejecutarse, y para ello, previamente debe obtener una triple validación: la técnica, la social y la política.
De manera cronológica, corresponde en un primer momento trabajar en la validación técnica de la propuesta diseñada y formulada, en sus distintas fases, por el grupo de especialistas y expertos.
Normalmente corresponde al examen interdisciplinario de distintos equipos, públicos y privados, que luego de variadas instancias de análisis, discusión y debate, van concordando en lo fundamental de la
propuesta definitiva.
Posteriormente, dicha propuesta debe ser sometida a la consideración de su principal receptor: la comunidad y la sociedad civil. Para ello se deben organizar distintos eventos y espacios que permitan la más amplia participación de la ciudadanía, no solo para que conozcan la propuesta de política pública, sino que también, para recoger la mirada, la observación crítica y, por supuesto, los estados de ánimo
en torno a la propuesta, así como todo aquello que pueda significar un aporte constructivo a lo que se está proponiendo. Una vez incorporadas de modo coherente las aportaciones, inmediatamente se realizan las correspondientes consultas a fin de obtener la validación social del documento medular.
Finalmente, se debe obtener la validación política de la propuesta, ya que, al tener el carácter de estrategia pública para el desarrollo de las comunidades, se requieren recursos públicos para su posterior ejecución. En dicha validación, normalmente participan los órganos políticos electos por la ciudadanía (Consejos Regionales y/o Concejos Municipales), quienes, actuando colegiadamente, votan la propuesta, aprobándola o rechazándola.
Obsérvese la importancia que tiene diseñar, formular y proponer, de manera científica, metodológicamente coherente, una política pública, porque, no obstante que el órgano político tiene la facultad para no aprobar la propuesta que se le plantea, es muy difícil que se rechace si es que esta ha recorrido, como corresponde, un largo camino de construcción y validación.
Obtenida esta última validación, y por lo tanto aprobadas todas las implicancias que aquello conlleva (fundamentalmente la disposición y ordenamiento estratégico de los recursos), la política pública, conforme a los mecanismos que ella misma dispone, está en condiciones de ponerse en acción y ejecutarse en todas sus dimensiones.
Hasta hace poco, dependiendo de la materia o ámbito de acción, la ejecución de las políticas públicas, sean estas nacionales, regionales o locales, abarcaban horizontes de tiempo en torno a los cinco años.
Sin embargo, debido a la vorágine de los cambios en los estilos de vida, se recomienda estar revisándola permanentemente y someterla a las modificaciones que sean necesarias. Por lo mismo, plantearse hoy en día un marco temporal de tres años para las políticas públicas, parece más conveniente.