Arica, 02.07.2024. Por Iván Godoy Flores. Al contrario de lo que aparenta, la salmonicultura es un sector económico que solo ha hecho enriquecer a los grandes grupos económicos de este país y a sus accionistas extranjeros.
El sector salmonicultor ha dejado rastros sin precedentes en la economía y el medio ambiente. En lo económico ha significado cuantiosas rentas para sus inversores a costos muy bajos. Muy lejos de sus competidores noruegos o de Estados Unidos en estados como Alaska.
La generación de empleo fue amplia en un comienzo, pero luego los procesos se automatizaron e se tercearizaron (ousourcing) los servicios. Por ello se creo un falsa idea que las salmonicultoras creaban empleos para unas regiones rezagada en el desarrollo económico chileno como Los Lagos, y Aysén. Además los sueldos son bajos. Las empresas se aprovechan de la escasez de empleo y la amplia oferta de trabajadores poco calificados lo que refleja el poder de negociación de un sector económico cuya posición dominante dicta las reglas socioeconómicas. Este abyecto escenario solo es comparable con el daño al medio ambiente que generan las actividades salmoneras.
En primier lugar el estado mediante un fuerte lobby y la aquiescencia de legisladores que son una extensión de las empresas para gestionar y legislar a favor de los intereses más mezquinos empresariales permitieron que estas actividades se desarrollaran en reservas indigenas con escasa o nula consulta a las comunidades como está previsto, por ejemplo en el Convenio OIT 196. O en reservas naturales dañando severamente la composición del mar donde se produce. Esto debido al usos indiscriminado de hormonas, y demás vacunas contra los virus que atacan a una especie comercial introducida. Pero las peores catástrofes se dieron con la fuga masiva de salmones al medio ambiente marino y las miles de toneladas de desechos orgánicos arrojadas al mar circundante de las salmonicultoras. En el fondo marino que hay debajo de las jaulas se acumulan alimentos no consumidos, heces de los peces y ejemplares muertos. “La concentración de desechos orgánicos bajo las jaulas conlleva a la pérdida de biodiversidad en los fondos.
La inversión en imagen pais y su vinculación con las salmonicultoras la pagan finalmente los consumidores nacionales y extranjeros. Pero el precio más grande lo pagan las comunidades originarias del sur de Chile, en las ultimas reservas pristinas del mundo.
Pensar politicas públicas en este sentido es pensar en revertir los daños, que los responsable paguen por el daño al ecosistema y a la salud de los consumidores, respetar el medio ambiente, fiscalizar y exigir buenas prácticas, respectar a las comunidades originarias, y si es necesario cerrar determinadas industrias que lucran a costa de las débiles legislaciones y faltas de control de un sector económico descontrolado. Los invito a profundizar en estos temas en los siguientes links.
https://www.ospat.com.ar/blog/medio-ambiente/problemas-con-el-salmon-rosado/#:~:text=Contaminaci%C3%B3n%20del%20fondo%20marino%20por,de%20biodiversidad%20en%20los%20fondos.
https://youtu.be/v-RW8QundxU?si=0YTTImAYXMpqntQ0
https://x.com/SinSalmoneras/status/1808247826322768251
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Iván Godoy Flores es doctor en ciencias por la Universidad de São Paulo, Magíster en Ciencias Sociales Aplicadas, Ingeniero y Licenciado en Administración de Empresas por la Universidad de Tarapacá. Especialista en Análisis de Políticas Públicas por la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. Es director del Observatorio de Políticas Públicas Regionales. Ejerce como docente en la Universidad de Tarapacá en la asignatura de Diversidad y Derechos Humanos, entre otras.